El Ministerio de Salud ha confirmado el inicio de una tercera ola de contagios de COVID-19, lo que podría llevar al país a una nueva situación de estrés sanitario. Esta tercera ola de la pandemia, cuya variante principal de contagio es la variante Ómicron, nos debe encontrar más preparados que antes y con mejores recursos para enfrentarla, tanto desde el aspecto de infraestructura de salud (camas, balones de oxígeno, plantas de oxígeno, respiradores artificiales), como en el uso de herramientas confiables para la detección del COVID-19.
La identificación confiable y rápida del COVID-19 permite una atención mucho más eficaz y la posibilidad de establecer medidas para su control, como el hecho de tomar medidas restrictivas o cercar el contagio, siendo las pruebas cuantitativas de antígenos la mejor opción en esta difícil coyuntura. ¿Por qué?
Las pruebas cuantitativas de antígenos (tecnología de inmunofluorescencia) tienen un reactivo mucho más sensible que otras tecnologías (ejemplo: pruebas rápidas que se leen a simple vista), y la lectura se hace con un equipo electrónico portátil. La tecnología de inmunofluorescencia ha venido mostrando una alta confiabilidad en detectar casos positivos, inclusive en pacientes que aún no han desarrollado ninguna sintomatología (asintomáticos) pero que ya podrían estar contagiando a otras personas, aún teniendo carga viral muy baja.
Tal es así que la FDA en Filipinas ha elaborado un estudio comparativo entre diferentes marcas, y la más confiable es justamente la marca Lansionbio cuyas pruebas son cuantitativas basadas en tecnología de inmunofluorescencia.